domingo, 22 de octubre de 2017

Tres engaños que limitan el potencial

Tres son los engaños que utiliza el entorno para disuadirnos de alcanzar nuestro potencial. Tres son las palabras que son manejadas para evitar que nuestros sueños se vuelvan realidad. Tres son las expresiones que el mundo emplea para limitar el crecimiento y desarrollo de nuestras capacidades. Estas tres palabras de acuerdo con Brown (2016) son: vergüenza, comparación y desconexión.

La vergüenza, en otrora utilizada para “hacernos sentir disminuidos, apenados y sometidos” por algún comportamiento o expresión que estuviese fuera de los marcos socialmente aceptados, es aprovechada por terceros hoy como una herramienta asociada con el “miedo al ridículo y al menosprecio”, como una forma de manipular a las personas y mantenerlas a raya. Una estrategia que subyuga la valía de un individuo, su valor propio dejando que un externo maneje sus propias decisiones, haciendo de la culpa un mal endémico que corrompe su voluntad.

La vergüenza, no puede ser un valor en sí misma, sino nos permite superar el escollo o la falta cometida. El sentimiento de culpa y miedo debe ser superado a través de la enmienda de lo ocurrido y la fuerza para volver intentar y hacerlo mejor. En este sentido, aquello que no salió como se esperaba, es una oportunidad para ver que es posible hacerlo distinto y con ojos renovados para desarrollar una nueva forma de conseguir lo que queremos y deseamos.

La trampa de la comparación es un ejercicio por encontrar referentes fuera de nosotros mismos que desconocen el valor único que somos, asfixiando la creatividad y los dones exclusivos con lo que cada ser humano ha venido a este mundo. El modelo de competitividad se ha venido agotando por tratar de clasificar a las personas según marcos de trabajo que han sido concebidos como fuente de excelencia y eficacia. El ejercicio no es competir, es co-laborar, es descubrir y aportar desde las diferencias y potencialidades individuales una vista enriquecida de la realidad donde es posible lograr experiencias novedosas de forma conjunta.  

Si bien compararse ayuda con contextualizar las posibilidades y capacidades que tengo y debo fortalecer, no puede ser un ejercicio para confinar a una persona en una franja que limita su potencial. En este sentido, la comparación debe ser un habilitador para superar los límites actuales de los individuos y lanzarlos a cruzar los umbrales de su desempeño y así salir a conquistar su propios límites donde aguardan los logros y la conquista de las metas que cada ser humano tiene para cumplir.

La desconexión, esa sensación de evadir la realidad, de no asumir riesgos calculados o probar cosas nuevas. Esa experiencia de autoexcluirse de su propio contexto para evitar proponer y desarrollar propuestas que reten el estado actual de las cosas. Desconectarse es permanecer en silencio, viendo que las cosas pasan y que no estamos en el equipo de protagonistas de la historia. Vivir desconectados es estar de espaldas a nuestros sueños y traicionar la confianza divina como los administradores fieles que transforman la creación.

No podemos estar desconectados por miedo a la incertidumbre, a los riesgos emocionales y a la propia vulnerabilidad. Es precisamente ese sentimiento de inestabilidad y contradicción, el que debe activar nuestro de deseo de hacernos visibles, de conectarnos con la realidad, para dar cuenta de nuestros retos, de nuestros intentos, de nuestros aciertos y desaciertos, pero siempre con la consigna de que cada momento es una oportunidad más para superar el miedo y el malestar de los juicios y las críticas, algunas constructivas y otras no tanto.

En consecuencia, todo individuo que se deja manipular por estas tres palabras, produce en sí mismo un autosabotaje que compromete sus propios sueños. Recuerde que como afirma Brown(2016) “la vulnerabilidad es compartir nuestros sentimientos y nuestras experiencias con las personas que se han ganado el derecho a escucharlas”, una ruta personal que construye con otros un camino de conexión, confianza y compromiso.

El Editor

Referencia
Brown, B. (2016) El poder de ser vulnerable ¿Qué te atrevería a hacer si el miedo no te paralizara? Barcelona, España: Ediciones Urano.

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