martes, 3 de octubre de 2017

Ser original

Ser original no es tener una idea brillante, o un momento de lucidez mental que confirma alguna de nuestras hipótesis sobre alguna temática. Ser original no es arriesgar todo para proponer una alternativa que hasta este instante nadie ha explorado. Ser original no es lograr un producto o servicio distinto o novedoso con el cual impresionamos o ganamos reconocimiento.

La originalidad es una construcción que inicia con una idea, que se radica en un espacio incierto y algunas veces agreste, que requiere grandes dosis de tiempo y energía, y sobremanera, mantener un portafolio de riesgo equilibrado, que permita, por un lado invertir para capitalizar nuestras habilidades en los terrenos conocidos y por otro, compensar en aquellos puntos donde no se tiene estabilidad financiera, emocional y social (Grant, 2017) .

Ser original significa compartir ideas, rechazar lo predeterminado para investigar si existen otras opciones. Ser original es crear entornos donde se “suspende la realidad” para tener nuevas percepciones, bien de objetos o retos conocidos, o para visualizar oportunidades y conectar con otros dominios de conocimiento. Ser original no es un momento fugaz que ocurre en el tiempo, es una capacidad que implica superar el “sesgo de confirmación”, que motiva a continuar avanzando y proponiendo nuevas ideas, nuevos enfoques.

Ser original no es un ejercicio individual, es una labor colectiva que implica crear coaliciones, explicando inicialmente el “porqué” de las cosas, para luego conectar a través de un “cómo” (Grant, 2017); una estrategia concreta que comunica una visión aplicada que hace realidad la visión de una persona. Ser original implica enfrentar los vacíos de conocimiento desconectando los saberes previos, incorporando las nuevas distinciones del entorno para crear un momentum que conquista a aquellos que inicialmente estuvieron contra nosotros.

Cuando se dice que un trabajo es original, estamos conectando dos lecturas de la realidad, un equilibrio justo entre lo que se conoce en el escenario de la cultura vigente y el desafío del status quo (idem). Es decir, una deconstrucción de un imaginario vigente que conecta expectativas y realidades en las personas, para correr el riesgo de cambiar una tradición que se ha construido sobre saberes previos y resultados alcanzados a la fecha.

Aquella condición de originalidad que muchos reclaman, demanda una pasión sobresaliente para conquistar sueños, una disciplina decidida para cumplir un cronograma de actividades, una fe encendida que cree firmemente en su capacidad para transformar su entorno, una apertura para someterse a la crítica y enfrentarse a sus propios sesgos cognitivos, en definitiva un ejercicio de aprendizaje y consistencia conceptual que busca romper los límites establecidos para desatar nuevas posibilidades.

Ser original es creer que es posible encontrar nuevas formas de ver el mundo. Ser original es nunca desistir de intentar y probar; es lanzarse a conquistar un ideal que vive en medio del incierto, para vencer la zona cómoda y encontrar la ruta perdida de nuestros propios miedos y retos. Ser original es siempre mantener abierto el corazón para conectarse con el infinito y ser esa antena humana que se comunica todo el tiempo con la señal divina.

El Editor.

Referencia
Grant, A. (2017) Originales. Cómo los inconformistas mueven al mundo. Barcelona, España: Editorial Paidos.

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