domingo, 14 de mayo de 2017

¿Qué significa aprender?

¿Qué significa aprender? Una pregunta que muchos interpretan y leen de diferentes formas. Una expresión de la manera como el ser humano incorpora saberes frente a la inestabilidad de la dinámica global donde actualmente se encuentra.

Bien anota Barreda (1995, p.107): “las turbulencias crecen y cada vez el cambio se aprecia más inmanejable, no se ha aprendido rápidamente y debemos adquirir nuevos comportamientos adaptados a la situación para supervivir. Debemos crear planes de cambio para el futuro. Crear programas que nos ayuden a cambiar en la dirección deseada o adaptarnos al cambio, no previsto, pero real”.

Esta frase reivindica el ejercicio permanente del aprendizaje, de la forma como las personas deben ajustarse de forma eficiente y anticipada, para “adquirir, construir y elaborar” nuevas formas de ver el mundo, desde la experiencia aplicada, esa que permite retar los saberes previos para revelar las nuevas oportunidades disponibles y así proponer soluciones o estrategias alternas para hacer del mundo una versión mejorada de sí mismo.

Los saberes humanos, esas adecuaciones individuales que se dan en la cámara secreta de nuestros supuestos, que modifican las actitudes y formas de pensar, establecen la fuente misma de las transformaciones personales. No reconocer estos saberes previos, es descontar la sabiduría que yace en la experiencia misma del ser y desestimar los aportes significativos y lecciones aprendidas que son fuente natural de formas inusuales de ver la realidad.

Los saberes y el aprendizaje son elementos claves que reconocen un propósito de nivel superior en la sociedad, una ruta de construcción de un territorio marcado por lo dinámico y cambiante, una apuesta sistémica que conecta distintos mundos, distintas perspectivas, para diseñar y adoptar estructuras flexibles que miren e incorporen lo conocido y se abran a desconectar lo aprendido, para incorporar lo desconocido, lo novedoso, lo incierto e inestable.

Adelantarse al cambio, en otras palabras, incorporar nuevos saberes más rápido y anticiparse a lo que aún no ocurre, pero que se advierte en el horizonte, es una tarea que cada ser humano debe adelantar y desarrollar. Un viaje entre información, conocimiento y sabiduría, una experiencia que inicia en el exterior del sujeto, que luego se integra en su propia realidad, para finalmente trascender desde el individuo con una mirada mucho más holística, allí donde el entorno, no es otra cosa que una extensión de su reflexión permanente para repensarse a sí mismo y a su ambiente.

Saber significa entender que si algo funciona, debe ser renovado, debe ser repensado, debe ser reimaginado. No es posible continuar la necesaria senda del aprendizaje, desde los aspectos conocidos y estables de la realidad, sino desde la lectura de lo incierto, donde la pedagogía del error, es la maestra generosa que abre las puertas para nutrirnos de aquello que se sale de lo previsto, esa vivencia que nos sorprende, que nos suspende el ejercicio de la realidad para llevarnos a “tierras inexploradas” donde debemos capitalizar lo aprendido, deconstruir nuestro saber y reconectarlo con las novedades que se presentan.

En consecuencia, aprender significa cambiar, transformar, desconectar, sorprender, explorar, experimentar, tantas palabras que buscan crear un entorno psicológicamente seguro que conecte los propósitos superiores de los seres humanos, como una forma de tratar las tensiones naturales que la incertidumbre nos plantea para ver el mundo como un lugar donde es posible llegar a la iluminación bajo la armonía de los contrarios: luces y sombras, certezas e inciertos, imposibles y posibles.

El Editor.

Referencia:
Barreda, R. (1995) Aprendizaje. La función de educación en la empresa moderna. Madrid, España: CONORG, S.A.

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