sábado, 7 de enero de 2017

Aprender a trabajar juntos

En un entorno donde las diferencias se acentúan, las polarizaciones se hacen más fuertes y la inestabilidad política es la norma, la colaboración y la cooperación se hacen dos elementos de una misma distinción, que buscan concretar puntos de encuentro donde las tensiones no son ocasión de rechazo sino una oportunidad para tener puntos de vista alternativos antes ignorados.

Por lo general en el ejercicio cotidiano de las organizaciones se nos pide cooperar – co-operar, esto es, seguir una ruta óptima para hacer operativa una propuesta o solución que ha sido distinguida por una autoridad en el tema y que permite viabilizar acciones requeridas por la empresa para alcanzar algunos resultados esperados.

La co-operación significa ser solidario y responder a la confianza de una iniciativa que tiene sentido para las partes participantes (Barkley, Cross y Major, 2012). Organizar una fiesta, una acción para recaudar fondos, una rifa para obtener recursos para fines superiores, son actividades donde la co-operación funciona como elemento que moviliza la fuerza de trabajo para concretar ideas y acciones que permiten alinear voluntades para lograr la realización de una iniciativa.

De otra parte, se encuentra la colaboración, ese ejercicio de construcción de saberes donde cada persona desde su propia realidad y contexto, aporta a la construcción de opciones respecto de una situación particular (idem). No se memoriza, se descubre; no se acepta, se revisa; no se asume, se verifica; un ejercicio donde se busca sintetizar un saber novedoso, propio del reto que asumen el equipo de trabajo.

En el aprendizaje colaborativo, los participantes asumen nuevos roles, se calzan lo zapatos de los otros, se comparten expectativas y se procura un ambiente de construcción permanente donde las ideas de los individuos son insumo valioso para desarrollar una nueva oportunidad de conocimiento. Es importante advertir, que para que este tipo de aprendizaje tenga éxito las personas deben apropiar de su papel en el equipo de trabajo y procurar una constante renovación: tanto de la participación como del logro del reto a conquistar.

En el co-laborar, se busca todo el tiempo el descubrimiento del saber, es decir “algo que se construye hablando entre las personas y poniéndose de acuerdo”(Barkley, Cross y Major, 2012). En este modelo, la imagen de autoridad se pone en duda, abriendo la posibilidad de opciones impensadas, para crear distinciones que sorprendan al equipo de trabajo y de paso, funden un escenario inédito que sea motivo para nuevas reflexiones y aplicaciones sobre el tema en estudio.

Tanto en el co-operar como el co-laborar demandan una preparación específica de los participantes de los equipos de trabajo. En el primero, comprender claramente el objetivo para alinear el esfuerzo que implica materializar una solución o propuesta particular y en el segundo, mantener la motivación y atención frente al reto propuesto, para procurar apuestas interesantes que creen espacios de reflexión que revelen discontinuidades frente a las aproximaciones actuales.

Así las cosas, el aprender a trabajar juntos, es una competencia y exigencia del mundo actual, una práctica que no subestima las diferencias, ni las evita, sino que las motiva como insumo para debilitar la cotidianidad y la mala costumbre de habituarnos a “continuar haciendo las cosas como las conocemos”, una estrategia que anima la reinvención permanente de significados que sólo tienen sentido en el contexto del reto que se plantea.

El Editor

Referencia
Barkley, E., Cross, K. P. y Major, C. (2012) Técnicas de aprendizaje colaborativo. Manual para el profesorado universitario. Segunda edición. Madrid, España: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, España – Ediciones Morata. 

1 comentario:

  1. Excelente artículo que invita a desarrollar las habilidades de co-operar y co-laborar incluyendo siempre "al otro" como actor e interlocutor. Mil gracias, muy ilustrativo.

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