domingo, 21 de agosto de 2016

Presencialidad y Virtualidad

En la era de la economía digital donde las monedas digitales, las criptomonedas y las “startups” (empresas de base tecnológica novedosas) son la esencia de las relaciones comerciales, ahora digitalmente modificadas, la pregunta que surge es ¿cómo se están repensando las relaciones humanas en el contexto de lo digital?

Esta pregunta, nos advierte la necesidad de balancear dos mundos complementarios, los cuales hoy soy más evidentes y reales, como quiera que la juventud actual, plenamente conectada, los revela con sus actuaciones: la presencialidad, la conversación cara a cara, y la virtualidad, el contacto mediado por la tecnología y sus representaciones, bien de manera sincrónica o asincrónica.

No se busca castigar o señalar las bondades o limitaciones de cada una de la interacciones previamente anunciadas, sino plantear una aproximación a la dinámica relacional que está inmersa en cada una de ellas.

Mientras el tradicional cara a cara, es una funcionalidad normal de los seres humanos, no siempre es la más plena de ellas. Podemos interactuar cientos de veces en esta forma y no poder comunicar o transmitir lo que realmente importa para conectarnos con el otro. De igual forma, podemos iniciar una conversación sincrónica o asincrónica con otro u otros, tratando de comprender las posturas de sus aportes y tener un entendimiento distinto del que originalmente la persona pudo haber planteado en su texto.

El reto en el fondo no está en el medio ni en la forma de la interacción planteada, sino en la comprensión que ocurre en cada uno de los individuos. Ese ejercicio de apropiación de la realidad, desde nuestra propia realidad histórica y experiencial que genera el filtro natural de las acciones humanas y define la fuente de una posible respuesta a ese estímulo externo que es la presencia del otro.

La presencialidad en lo digital, debe ser un empeño por complementar la base de información que se ha compartido con el otro, para establecer un sustento básico de comprensión donde se nutre un dominio informacional claro, que habilita una oferta operacional para actuar. Lo digital en la presencialidad, debe ser la apuesta para clarificar lo que expresiones y pausas en la conversación se han revelado, para afinar el entendimiento de lo que se ha compartido y permitir acciones diferentes que respondan a las inquietudes de ambas partes.

Es claro que la presencialidad plena, entendida como atención plena en el momento y totalidad de lo que somos, no puede ser reemplazada por una conversación mediada por emoticones y mensajes de voz. Por otra parte, un intercambio de mensajes instantáneos que informa y motiva acciones en los otros, no es el signo distintivo de una conversación enriquecida con expresiones y sentimientos particulares.

Por tanto, las dos caras de esta misma realidad en el mundo digital, nos ilustran la complementariedad de nuestras interacciones como quiera que ignorar alguna de ellas, sería estar al margen de las bondades y exigencias que se deben atender en medio de la economía digital y la necesidad de un contacto y encuentro permanente con el prójimo.

El Editor 

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