domingo, 10 de julio de 2016

¿Tienes potencial?

Se requiere perderse en algún momento para encontrarse con su propio potencial. Cuando el ser humano se encuentra consigo mismo se advierte que existe una condición particular de incertidumbre, inestabilidad y contradicción que moviliza sus expectativas hacia lugares inesperados. Lo impredecible saca al hombre de su zona cómoda y reactiva su capacidad de sabiduría y entendimiento que, por circunstancias, muchas veces conocidas, entran en estado de hibernación profunda y ceguera conceptual.

Los seres humanos vienen equipados con dones y virtudes que se manifiestan en cada momento de verdad, en cada reto y condición adversa que enfrentan. Elementos que viven activos en los individuos bajo la superficie de lo inédito y cambiante, como posibilidad latente, que sólo espera una oportunidad para revelarse y demostrar el poder de transformación que tiene tanto para su entorno, como para su vida personal. La capacidad de supervivencia y la resiliencia de los humanos, es una experiencia que supera los límites autoimpuestos y concreta una vista de la realidad distinta a la esperada.

El mundo que conocemos es parte de una construcción, muchas veces sutilmente impuesta y pocas veces compartida, de una forma de comprender y darle sentido a la realidad. Arriesgarse a cambiar el patrón, a descubrir una nueva posibilidad o definir una forma alterna de decodificarla, genera una contradicción dentro de los modelos vigentes que genera una discontinuidad que afecta el sistema. Una formulación hacia una dimensión desconocida que, por demás siendo inesperada, hace que los acuerdos sobre lo conocido, se resquebrajen por nuevas respuestas parciales que elaboran y proponen hipótesis novedosas antes inexploradas.

Si vivimos en un mundo de tres dimensiones y alguien nos habla de uno de cuatro, cinco o más dimensiones, entramos en crisis, sentimos que lo que conocemos no responde a lo que ocurre o tal vez nos negamos a la posibilidad de tener estas opciones. Si aceptamos la segunda, la vida mantiene una inercia que reivindica el modelo vigente, protegiendo el paradigma expuesto, desvirtuando cualquier aproximación que atente contra la estabilidad del mismo. Si experimentamos la inestabilidad de la posibilidad, no habrá más remedio que “caminar y hacer camino al andar”.

Cuando el hombre se pierde, es decir, es capaz de distinguir entre la tiniebla o en medio de la complejidad del entorno, aquello que no es visible a los otros y construir una ruta conectando puntos de la realidad más allá de la respuesta conocidas, las posibilidades de éxito o fracaso, quedan al margen, pues lo que interesa es la acción misma que construye la novedad, la experiencia de asombro por donde el hombre transita y la transformación que surge en su interior.

Por tanto, si quieres alcanzar tu potencial debes concretar un espacio psicológicamente seguro para experimentar, para equivocarte de forma deliberada y sobre manera para superar la pedagogía del éxito que condiciona a la persona y detiene su capacidad creadora. El potencial es una fuerza que vibra en el interior de cada hombre, la promesa de plenitud que hace de seres ordinarios, humanos extraordinarios.

Cuando te digan que “tienes potencial”, la expresión no habla de tu competencia, o de lo logros y aplausos alcanzados, sino de tu capacidad para distinguir, movilizarte y comprender las lecturas inestables creadas por otros, que no son más que un particular interés calculado para transferir una preocupación de unos, en la realidad de otros. El potencial, por tanto, es una lectura en clave trascendente de un sueño posible, que se construye basado en criterios de máximos y no en acciones de mínimos.


El Editor.

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