sábado, 18 de junio de 2016

Dominio y Control

Cuando se genera contradicción, roce o intercambio de ideas en abierta contraposición, se experimenta una necesidad interna de “defender” una posición, pues se hace imperioso mostrar que tenemos la capacidad de argumentar e ilustrar que el contrario no tiene la razón y así “ganar” el pulso que se ha planteado sobre las ideas en debate.

Si miramos en detalle, que es lo que ocurre frente a lo anteriormente planteado, se advierte la necesidad de “controlar” y “dominar” a nuestro oponente, con el fin sentirnos tranquilos y menos vulnerables o débiles y así ganar respeto y posición frente a la audiencia. La vulnerabilidad es síntoma de que “pronto seremos superados”, por lo que requerimos validar nuestra estima personal en el desafío con el otro.

Cuando renunciamos a la confrontación, se nos tilda de “apocados”, “faltos de carácter” o incluso “pusilánimes”. Esta actitud, en los referentes naturales de las organizaciones, implica dejar que otros decidan y tomen acciones que puedan ser menos apropiadas para la empresa en esos momentos. Por tanto, no son las ideas las que deben ser acalladas, sino la forma como son presentadas y el propósito de las mismas. Debe primar el bien general sobre el bien particular.

Una contradicción, debe ser una oportunidad para construir, pues se hace evidente un continuo de opciones que cruzan, por lo menos, dos puntos de vista. En este sentido, la construcción colectiva tiene un espacio privilegiado para demostrar que las explicaciones y retos frente a la situación estudiada, tiene la fuerza para motivar una co-creación participativa, que reconoce el punto de vista de los que participan y la fuerza misma de sus argumentos.

Sentirnos “vulnerables” suele ser una mala práctica para sobrevivir en las organizaciones, pues en la cadena alimenticia los grandes y “fuertes”, por lo general suelen consumir a los pequeños y “débiles”. Sin embargo, muchos olvidan que los “fuertes” se confían de sus grandes dotes, desestimando los esfuerzos de los “débiles”, quienes permanecen siempre alertas y buscando oportunidades, sin pensar que en algún momento las cosas pueden y serán distintas.

Nunca subestimes un punto de vista o trates de invisibilizar a una persona porque está en abierta contraposición contigo, pues esa postura lo que hace es validar tus propias reflexiones, creando una zona de oportunidad para complementar tu punto de vista. Negarte esa posibilidad es “reaccionar” y no “comprender” lo que el otro trata de aportar.
La inercia que se genera en la comodidad de los “fuertes” es la ventaja competitiva que capitalizan los “débiles

Mientras más vulnerable me siento frente a una situación, se activa la necesidad de profundizar y avanzar por caminos distintos, anticipar posibles amenazas y actuar de formas inesperadas. El fuerte, en su zona de confort, suele enfrentar la discontinuidad con reacciones drásticas y generalmente dolorosas.

Finalmente, cuando superamos el sentimiento de “control y dominio” y nos conectamos con la inestabilidad de la “vulnerabilidad”, podemos liberarnos de nuestros propios apegos y desarrollar todo el potencial que tenemos para compartir y aprender de nosotros mismos y con los demás.


El Editor

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