domingo, 3 de abril de 2016

Nuevos normales

La velocidad de los avances tecnológicos del mundo actual y los afanes incrementales de las empresas para mantenerse vigentes en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, demandan de las personas cambios fundamentales en la manera como se entienden y asume su vida diaria.

Mientras en el pasado los “normales personales” estaban asociados con obtener un título universitario, lograr un grado a nivel posgradual, desarrollar unas excelentes relaciones sociales y entrar en una empresa que te diera estabilidad laboral, hoy las cosas han cambiado de manera dramática. No es suficiente tener un título universitario o posgradual, se requiere una vista más transdisciplinar que te habilite para encontrar soluciones en terrenos más allá de una vista disciplinar.

Para lograr lo anterior, se necesita que los profesionales salgan de su zona conocida, cómoda y práctica que le concede su saber disciplinar o carrera elegida y comenzar a desconectar los puntos propios de sus paradigmas y saberes desarrollados, para integrarlos con otros conocimientos y retos actuales, de tal forma que, capitalizando la experiencia previa, se puedan crear zona psicológicamente seguras para experimentar y desarrollar propuestas arriesgadas que definan nuevos linderos para la práctica y dinámica empresarial.

Los “nuevos normales” exigen de todas las personas reinventarse cada vez más rápido, conectar con saberes de otras disciplinas y aumentar el espectro de análisis de problemáticas que están esperando propuestas distintas para concretar respuestas novedosas. Moverse en la dinámica de cambios actuales es una disciplina para aprender en movimiento, de conectar y reimaginar el futuro desde la dinámica del presente, un ejercicio de construir tejidos sociales, económicos, científicos y políticos más diversos, para aumentar la capacidad de adaptación requerida frente al reto del futuro.

En esta encrucijada de conocimiento y aprendizaje, no se pueden desarticular los fundamentos de los saberes disciplinares, sino integrarlos en un todo más grande que nos permita entender de manera ampliada la realidad y así reconstruir el imaginario del presente, con los retos propios de lo que está por venir. Desconocer este empuje de la sociedad y el desarrollo de tecnológico, nos deja en los límites del hoy, con una sobre oferta de futuro, que posiblemente no podamos concretar.

Desarrollar esta nueva competencia de adaptación y desaprendizaje permanente, aumenta la resiliencia humana, una virtud que nos mantiene con una vista integrada de los que somos en cuerpo, mente, alma y espíritu, como fundamento para mantenernos activos, llenos de energía y vitalidad, conectados con lo sagrado y en sintonía con lo verdaderamente importante: energía en movimiento, focalizada para servir y transcender en el encuentro con otro.

Los “nuevos normales” son la nueva carta de navegación de los individuos del siglo XXI; un nuevo milenio que nos impulsa a construir capacidades resilientes como fundamento de la dinámica de un mundo que no consulta ni espera para sorprendernos.


El Editor

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