sábado, 19 de diciembre de 2015

Formando la actitud

Bien anota la sabiduría popular: “No hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla”, condiciones que nos hablan del paso del tiempo y el cumplimiento de metas y objetivos, del ejercicio de ejecución de un plan de trabajo, que nos indica lo que hemos caminado y las lecciones que hemos aprendido. Esta realidad nos conduce indefectiblemente a revisar y evaluar lo alcanzado y establecer la efectividad de nuestra planeación durante el marco de tiempo establecido para realizar el plan.

Considerando lo anterior, movilizar un plan exige, además de las condiciones naturales de un proyecto, tiempo, recursos y objetivos, un elemento fundamental que es la actitud. Es posible tener todo lo anterior coordinado y en las proporciones necesarias, pero sin una actitud adecuada sólo sería la ejecución de un conjunto de actividades y no la consecución de un nuevo logro.

Por tanto, es necesario consolidar la vista de la actitud para asegurar que el esfuerzo, que hace la diferencia, está realmente conectado con una meta superior que transforma y detona el potencial de aquellos que participan. Para ello, John Maxwell, en su libro “¿Qué tan alto quiere llegar?”, establece algunas reflexiones que nos permiten sintonizar los retos que tenemos con la actitud que se requiere para triunfar en la vida:

* ¿Quién soy? La personalidad establece rasgos de las personas y el rastro de las actitudes que definen a un individuo.
* ¿Qué me rodea? El ambiente afecta nuestro sistema de creencias. Los contornos nos definen y fundan nuestra manera de conectarnos y movilizarnos con y en la realidad.
* ¿Cómo me expreso? De lo que está lleno el corazón habla la boca. Las palabras comunican sentido en un contexto particular y determinación a la hora de tomar acción.
* ¿Cómo me siento? El sentimiento es lo que queda luego de una experiencia. Cada momento en la vida se conecta con nuestro sentir. Podemos olvidar las enseñanzas, pero la emoción permanece.
* ¿Cómo me veo? Los sentimientos internos definen nuestras actuaciones externas. De la percepción que tenemos de nosotros mismos, depende la transformación de la vida que podemos tener.
* ¿Qué puedo aprender y desaprender? Qué riesgos estamos dispuestos a correr, ¿qué cosas vamos a dejar atrás para abrirnos a nuevas oportunidades y experiencias? Todas experiencias en la vida preparan el camino del siguiente paso y fundan la cuota del siguiente nivel.
* ¿Quiénes influyen en mí? Lo que otros dicen acerca de su percepción sobre nosotros afecta cómo nos percibimos a nosotros mismos. Revisa que cosas vas a dejar entrar en tu dominio para que sume y las otras que deberás abandonar, que no agregan valor y roban tu energía.
* ¿Cómo luzco ante los demás? La apariencia exterior proyecta, comunica y conecta con los otros. No son los estándares del mundo los que te definen, sino tu propia esencia y valor la que hace la diferencia. Luce tu mejor versión cada vez, para que tu legado sea permanente.
* ¿Dónde tengo puesta mi seguridad? Una pregunta que nos interroga sobre “en qué creemos”, un ejercicio de esperar lo mejor del otro, como fundamento de una relación de doble vía donde mis debilidades ofrecen la seguridad para continuar creciendo.

Todas estas preguntas establecen los contornos de la realidad interior, como una preparación y construcción permanente de la actitud, aquella que moldea y define las acciones que transforman expectativas y sueños, en realidades y resultados concretos.

El Editor

Referencia

Maxwell, J.  (2014) ¿Qué tan alto quiere llegar? Determine su éxito cultivando la actitud correcta. Nashville, USA: Grupo Nelson. Capítulo 6.

No hay comentarios:

Publicar un comentario