sábado, 19 de septiembre de 2015

Tres pilares para cambiar el presente y anticipar el futuro

Cambiar una cultura demanda primero imaginar y pintar cómo es la nueva; conocer que es aquello que va a ser distinto y luego actuar en consecuencia. Existen muchos teóricos que hablan del cambio organizacional, sin embargo la transformación sólo ocurre si aquellos que hacen parte de la intervención “quieren” y “pueden” motivar la movilización de aquello en lo que creen, conocen, hacen y ven.

Un primer paso para activar la transformación de una cultura es unificar iniciativas, expectativas y creencias alrededor de una misión común. Una misión que debe crear un quiebre conceptual en aquellos que va a afectar y que de manera relevante hace sentido en sus actividades diarias. No ven la declaración de misión como algo impuesto o “reencauchado” y por lo tanto, tendrá la atención requerida siempre y cuando, dicha declaración los conecte con sus tensiones interiores y experiencias previas.

Si este primer paso se da de manera concreta y moviliza acciones espontáneas de los implicados, establece una nueva forma de interactuar y revela manifestaciones auténticas de los participantes, la transformación ya tiene un punto de apoyo y lugar en la realidad de los individuos; lo que equivale a tener un referente diferente de actuación que ha recibido un aval interno y se le otorga una referencia válida para poder indicar los nuevos pasos a seguir.

Un segundo paso, es que una vez la declaración se ha instalado en el tejido social de la comunidad impactada, los intereses propios de los participantes pasan a un segundo lugar, superar la necesidad de sobresalir y mostrar que se es mejor que otro, permite que la colaboración surja como una necesidad para concretar las expectativas comunes y establecer referentes colectivos que apuntan a realidades superiores y no a ganancias pasajeras. Triunfar no consiste en ser reconocido como alguien diferente con capacidades superiores, sino construir y superar condiciones adversas que fortalecen la experiencia de un colectivo que representan.

Este segundo paso, penetra las realidades individuales de los participantes, como un nuevo ADN que se comparte y replica entre las personas, como un tejido social compartido e invisible que se comporta tanto en el lenguaje como en las actividades que se actualizan en un conglomerado particular. Así las cosas, la conexión que se habilita desde la misión, debe invadir la construcción colectiva de realidad que esta asistida por un beneficio superior declarado desde la vista general de una organización.

El tercer paso es no escapar al futuro, sino correr hacia él, un ejercicio que demanda movilizar cada uno de los pasos para hacer realidad la transformación, un conjunto de actividades incómodas que obligan a los participantes a caminar por rutas desconocidas, con la vocación de realidades diferentes. Esto no es otra cosa que abandonar la orilla y la tierra firme de los conocimientos y realidades, para lanzarse a aguas profundas que pongan a prueba aquello que se sabe conocido y probado, que tolere experimentos frustrados, y construyan experiencias novedosas que contrapongan, muchas veces la lógica del pensamiento, para reconstruir la forma como conocemos el mundo.

El tercer paso requiere quebrar los lentes de la realidad que se tiene a la fecha, para modelar una forma diferente de entender y reconectar lo que hemos conocido. El tercer paso camina sobre lo incierto, lo novedoso, lo contradictorio y posiblemente irrelevante, para recomponer la mirada personal de la vida y por tanto, comunicar un mensaje diferente y retador para aquellos que se atrevan a conectar con el futuro.

El cambio no se puede dar en aquellos que no entienden el “porqué” deben hacerlo, ni menos motivar su transformación indicándole “cómo” hacerlo, pues en últimas los cambios son realidades personales e internas de los seres humanos que cobran vida sólo cuando han podido ser parte de una misión que se comparte y tiene sentido para aquellos que participan.

El Editor.

Referencia
Lowney, C. (2014) Papa Francisco. Lecciones de liderazgo. Buenos Aires, Argentina: Gránica

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