lunes, 15 de septiembre de 2014

Caja de herramientas

En un mundo altamente competitivo y lleno de permanentes desequilibrios, encontrar un lugar para pensar y reflexionar es una tarea retadora, y resulta contradictorio, frente a las velocidades que nos imprime estar al día, cumplir con lo que exige el cargo que se desempeña y la necesidad de “parecer” estar ocupados.
 
En este sentido, pareciera que el conocimiento y la experiencia, entraran en una ruta frenética de actualización permanente que les impone estar alineados y ajustados con cualquier reto que se presente, tanto en la vida laboral como en la vida personal; como quiera que si no se hace, se hará evidente la obsolescencia del individuo y comenzará a desvalorarse su perfil, su empleabilidad; una pérdida de su encanto profesional.
 
En la vida los educadores nos dicen que debemos mantenernos aprendiendo y renovando nuestros saberes, buscando mantener el ciclo virtuoso de crecimiento intelectual, personal y espiritual, que genere valor y pertinencia al colectivo del cual hacemos parte. Lo que en el contexto académico se denominan “competencias”, que no es otra cosa que “la caja de herramientas” que cada persona tiene para potenciar sus habilidades y descubrir cómo, en el encuentro con el otro, es capaz de sorprender y anticipar el futuro.
 
Las competencias específicas, anota Tobón (2013, pág.119), “son aquellas propias de una determinada ocupación o profesión. Tienen un alto grado de especialización, así como procesos educativos específicos …”, esto exige una preparación y actualización continua, habida cuenta que el entorno cada vez se mueve más rápido y nos demanda respuestas más oportunas, más ágiles, menos complejas y ajustadas a los requerimientos, y preferiblemente generosas en creatividad.
 
Lo anterior, nos ilustra que cada vez más se requiere una mirada más holística de la realidad, más sistémica y transdisciplinar. Esto es, una reflexión más conectada entre disciplinas; desde diferentes puntos de vista, con el fin de enfrentar el reto de la incertidumbre, como fundamento del contexto corporativo y de los modelos educativos, que permita forjar las nuevas generaciones de profesionales, para que sean capaces de moldear y ajustar “su propia caja de herramientas”.
 
No podemos negarnos a vivir actualizados en el ejercicio de la profesión, hacerlo, sería cavar día a día la muerte laboral o comprometer la empleabilidad en el mediano y largo plazo. La obsolescencia del conocer, contrapone la esencia del ser. Esto es, el individuo, ese ciudadano educando debe identificar cómo evolucionan los estándares de reconocimiento social, generalmente basados en capacidades financieras, políticas, sociales y académicas, para ajustar su lectura del mundo y permanecer en sintonía con el sistema que lo envuelve.
 
Así las cosas, competir en un mundo donde sólo los más aventajados tienen las oportunidades, donde ayudar al que se queda en la vera del camino, es retrasarse; o motivar a quien no tiene ilusiones o sueños, es una pérdida de tiempo, supone una contradicción que debe enfrentar el modelo educativo actual, que debe buscar no solamente una formación intelectual sólida y relevante, sino reconectar al ser humano con su propia historia, con sus propios anhelos y deseos, para que pueda dar lo mejor de sí y de esta forma descubrir al otro.
 
El Editor

Referencia
TOBON, S. (2013) Formación integral y competencias. Pensamiento complejo, currículo, didáctica y evaluación. ECOE Ediciones.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario