domingo, 21 de julio de 2013

La inevitabilidad de la falla



La inevitabilidad de la falla es una realidad que todos debemos entender, analizar y revisar en el contexto de nuestras actividades diarias. En la medida que podamos cuestionar nuestros propios supuestos, desarrollar un conocimiento de la situación que se plantea, identificar las dependencias claves de los elementos que intervienen, el momentum y la velocidad de los factores involucrados, podemos comenzar a revisar nuestra posición frente a esos instantes donde las probabilidades se funden con las posibilidades.

Una falla en el escenario corporativo actual, representa por lo general, una vulnerabilidad evidente que tenemos y que nos pone en una situación desventajosa frente al contexto donde estamos. La falla nos expone frente a nuestros propios modelos, a nuestras propias reflexiones y evidencia nuestro limitado análisis de riesgos, que deja en entredicho aquello que tratamos de anticipar y evitar.

Si la falla que se materializa, sólo nos permite ver lo limitado de nuestras formas de pensar y analizar, y no nos habilita avanzar en nuevas formas de ver el entorno, no habremos capitalizado el momento y estaremos en la ruta de aquellos que tienen “lecciones por aprender”. Así las cosas, las fallas son los insumos que los analistas deben suministrar a los modelos de riesgos, para ir más allá de la causa raíz y repensar el escenario que contiene la amenaza identificada.

Las fallas revelan esas lecciones que la organización y los seres humanos debemos aprender, esos instantes de verdad, que deben acelerar la mente de los analistas de riesgos, no para motivar el temor y la sensación de “pérdida”, sino para fortalecer la posición de aprendizaje y desaprendizaje tanto de la empresa como de sus empleados, para superar la conformidad y complacencia con las amenazas identificadas, para superar la visión de isla existente en entre la ejecución y los resultados.

Las fallas prueban y validan la autodeterminación empresarial y personal, canalizan la voz de la experiencia en medio de la turbulencia y habilitan una visión empresarial más vigilante y perseverante sobre su negocio; más allá de un ejercicio de riesgos tradicional, para pensar en las exigencias del mediano y largo plazo según las posibilidades reales y emergentes de su entorno.

La inevitabilidad de la falla es una búsqueda permanente del vigilancia activa que todos debemos tener en cualquier ámbito de la vida, toda vez que esta realidad, nos debe llevar mantenernos alerta y activos, sabiendo que nuestro depredador estará pronto y pendiente de nuestros movimientos y descuidos. Si bien no vamos a poder anticipar todas sus “realidades emergentes” para responder de manera asertiva, si podemos preparar nuestra mente y posición para saber actuar frente a aquello que sabemos pasará, pero no sabemos cuándo.

La inevitabilidad de la falla nos debe animar a tomar riesgos calculados y comprender realidades amenazantes con vocación de oportunidad, una competencia personal y organizacional que estimula la estrategia empresarial y confirma nuestra experiencia individual.

El Editor

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