domingo, 16 de diciembre de 2012

Navidad: Una verdad que incomoda


Navidad, es tiempo de abandonar, de renuncias, de renovación, de transformación, de advertir en un portal sencillo, humilde y olvidado, la verdad que el mundo moderno no quiere oír, las palabras que quiebran la inercia del corazón duro y acomodado, la espina que traspasa la vida ligera y sin profundidad del hombre actual, ese mensaje subversivo e incómodo que critica el fuero del hombre exitoso del mundo.

Navidad es la expresión de la vida, que cual vitral de iglesia, revela el interior del hombre que ha encontrado la forma de liberarse de sí, para encontrarse con la luz. Es el tiempo de la espera de la revelación y la comunión, la confirmación de nuestra relación especial de sujeción, que se somete a todos los vituperios y maltratos del mundo material, para renacer allí donde no existe la polilla, ni el comején, el sitio destinado para todos los que han hecho de lo invisible, una realidad visible.

Navidad, no es un momento en el año en el que nos acercamos a celebrar un acontecimiento, sino la forma de mantener la llama encendida, como las vírgenes que velan por la llegada del esposo. Es la actitud vigilante del corazón que anhela abrazarse con el “infante divino”, con la gracia santificante, para encontrar allí, nuevas y renovadas razones para hacer de su vida el “vino de las bodas” que se guarda todo el tiempo para el final.

Navidad, palabra que evoca el surgimiento, el nacimiento, el anuncio de un evento que cambiará el rumbo de la historia, la expresión que destruye nuestra tibieza y pereza interior, para incorporarlo en el gimnasio espiritual de la fe, que se alimenta de nuestras plegarias y aventuras, para que como, Melchor, Gaspar y Baltazar, podamos entregar lo mejor de nuestra vida como ofrenda generosa que rinda el ciento por uno.

Navidad, fuente de contradicción, de conflicto y de combate, signo de éxodo, confianza y virtud, una declaración abierta del cielo que sale a nuestro encuentro para invitarnos a ver un milagro de la esperanza y el amor, una estrella que guía la búsqueda del hombre perdido en su verdad. Vivir la navidad, es desterrar nuestro pesimismo y creer que aún en medio de la oscuridad, siempre existe luz al final de camino.

Navidad, es natividad, es germinar a una nueva vida, a un nuevo sueño, a una nueva realidad. Si no podemos transfigurarnos y dejar las máscaras propias de nuestra vida actual, poco será lo que se podrá celebrar, pues los regalos, los abrazos y las felicitaciones, serán desabridas y estarán marcadas por el vacío que consume a aquel que queriendo amar no puede.

Navidad en últimas es la puerta estrecha que han anunciado todos los profetas, la ruta pedregosa que no todos encuentran, el camino en verdad para la vida, la gruta de los desposeídos, el refugio de los desterrados. Navidad es la forma como cada uno desde su inteligencia espiritual es capaz de transformar el mundo, transformando su propio ser.

El Editor

1 comentario:

  1. Navidad es una época para alimentar el alma, para renovar y purificar las manchas y sinsabores que se han acumulado en el transcurso del año. Una época de re encuentro espiritual de sí mismo y con nuestro creador. Un momento que busca la interiorización de la paz, de la armonía del ser con el Todo Poderoso. Esta época es, como lo anuncia el autor, la forma como cada uno desde su inteligencia espiritual es capaz de transformar el mundo, al hacerlo consigo mismo.

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